Yugoslavia, literalmente "el país de los eslavos del sur", ese estado a medio camino entre la Europa occidental y la oriental cuyo trágico final todos conocemos, fue para muchos durante su existencia una utopía multicultural. Para otros, no obstante, no fue más que un matrimonio de conveniencia que, tal y como muchos vaticinaban, acabó por sucumbir de la peor manera posible. Tres religiones, otros tantos idiomas, seis repúblicas federales (Serbia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Eslovenia, Macedonia y Montenegro), dos regiones autónomas (Kosovo y Vojvodina)... Todo ello bajo el auspicio y el férreo control del creador de tal proyecto, Josip Broz Tito, comunista hijo de padre croata y madre eslovena (paradójicamente las dos etnias que dieron el pistoletazo de salida a la desintegración yugoslava). Tras la muerte de Tito en 1980, la inexorable decadencia del delicado equilibrio yugoslavo hasta el estallido de la guerra en 1991. El lema de la unión, aunque parezca mentira, Bratstvo i jedintsvo, hermandad y unidad. Cualquiera diría visto lo visto...
A finales de los 80, Yugoslavia contaba con unos 23 millones de habitantes, de los cuales unos 15 hablaban la variedad conocida como serbocroata, principalmente en Serbia, Croacia, Bosnia-Herzegovina y Montenegro. El esloveno, hablado por entonces por cerca de un millón y medio de personas, se hablaba básicamente en Eslovenia, mientras que en Macedonia el idioma principal era el macedonio, lengua materna de otro millón y medio de yugoslavos. El serbocroata, el esloveno y el macedonio- todos de origen de eslavo- eran los idiomas oficiales de la República Socialista Federal de Yugoslavia. Asimismo, había diversas minorías étnicas que contaban con cierto reconocimiento por parte de las autoridades competentes: dos millones de albaneses, repartidos entre Kosovo, Macedonia y Montenegro, medio millón de húngaros, localizados en Vojvodina, así como algunos italianos a lo largo de la costa mediterránea de Eslovenia y Croacia, y gitanos esparcidos por toda la geografía nacional.
Para acabarlo de complicar aún más, en Yugoslavia se utilizaban dos alfabetos, el latino y el cirílico, cuyo uso venía determinado no sólo por motivos lingüísticos, sino también religiosos. En Eslovenia y Croacia, repúblicas de mayoría católica, se hacía uso exclusivamente de la variedad latina. En Macedonia, país de mayoría ortodoxa, se utilizaba tan sólo el alfabeto cirílico, mientras que en el resto de repúblicas -Serbia, Bosnia-Herzegovina y Montenegro- ambos alfabetos convivían, aunque en Serbia y en las zonas de mayoría serbia (ortodoxa) de Bosnia solía prevalecer el cirílico. De este modo, el serbocroata es de los pocos idiomas del mundo cuya ortografía cuenta con dos codificaciones (latina y cirílica), a raíz del acuerdo que se había alcanzado entre prominentes filólogos croatas y serbios en el siglo XIX.
El alfabeto cirílico serbio y sus equivalentes en alfabeto latino |
Para muestra un botón, hete aquí el nombre oficial de la República Socialista Federal de Yugoslavia escrito en los diferentes idiomas y alfabetos oficiales:
Socijalistička Federativna Republika Jugoslavija (serbocroata, latino)
Социјалистичка Федеративна Република Југославија (serbocroata y macedonio, cirílico)
Socialistična federativna republika Jugoslavija (esloveno, latino)
República Federal Socialista de Yugoslavia
Социјалистичка Федеративна Република Југославија (serbocroata y macedonio, cirílico)
Socialistična federativna republika Jugoslavija (esloveno, latino)
República Federal Socialista de Yugoslavia
Como cabría esperar de estos casos, la convivencia entre idiomas no fue siempre óptima ni estuvo exenta de polémica. Paradójicamente, en el caso yugoslavo las divergencias no tuvieron su origen tanto en el multilingüismo propiamente dicho como en motivaciones de trasfondo étnico-religioso. Por ejemplo, desde varios sectores croatas nunca se estuvo de acuerdo con la denominación conjunta de "serbocroata" para lo que ellos consideraban, si bien próximos, dos idiomas distintos: serbio y croata. Tal corriente de pensamiento, que denunciaba la progresiva "serbización" de la variedad croata, llegó a tener tal apoyo entre académicos y políticos de signo nacionalista, que incluso en 1967 hizo público un comunicado dirigido a los parlamentos croata y federal bajo el nombre de "Declaración sobre el estatus y el nombre de la lengua literaria croata" en el que instaban a la igualdad de las cuatro lenguas literarias (croata, serbio, macedonio y esloveno) y que, por lo tanto, las leyes y documentos oficiales se publicaran en estos cuatro idiomas. Asimismo, se exigía que se promoviera el uso de la variedad croata en la educación, medios de comunicación y estamentos oficiales de aquella república. Tal declaración fue ignorada por las autoridades federales; a pesar de ello, en 1974, a raíz de la reforma constitucional que tuvo lugar, se modificó la constitución croata para indicar de modo enrevesado "que la lengua oficial de Croacia era la lengua literaria croata conocida como croata y/o serbio." Tal status quo permaneció hasta la desintegración de Yugoslavia, y con ella también la del serbocroata, que desembocó no en dos idiomas supuestamente distintos, croata y serbio, sino en cuatro: croata, serbio, bosnio y montenegrino.
Si en el caso del serbocroata las autoridades federales yugoslavas promovían la uniformidad de las diferentes variedades, lo contrario sucedía con el macedonio, habla cercana al búlgaro hasta tal punto que muchos lo consideran un dialecto de aquel. En este caso, se alentó el secesionismo lingüístico y la creación de una nacionalidad macedonia distinta de la búlgara y bajo la órbita yugoslava, en aras de evitar cualquier intento de anexión o asimilación por parte de la vecina Bulgaria. La historia del macedonio como idioma normativizado es bastante reciente; prueba de ello es que su primera gramática data tan sólo de 1944.
El esloveno, en cambio, goza de una tradición literaria mucho más extensa en el tiempo, similar a la croata o serbia. Durante los días de la antigua Yugoslavia, el esloveno fue lengua oficial, siendo utilizada en todos los organismos oficiales de la república eslovena, así como en la educación de aquella república, donde era la lengua vehicular y de instrucción. Los funcionarios eslovenos, asimismo, también debían ser competentes en serbocroata. Tanto en el caso de Eslovenia como en el de Macedonia, dicha competencia se conseguía gracias a la enseñanza del serbocroata como segundo idioma en las escuelas y a la mayor presencia de aquel idioma en los medios de comunicación yugoslavos. Aún y así, cada república contaba con una televisión propia que emitía en desconexión ciertos contenidos en otros idiomas que no fueran el serbocroata, ya sea en esloveno o macedonio, e incluso en albanés o italiano. Asimismo, y a modo de curiosidad, la televisión pública yugoslava, por entonces el único ente de un país comunista miembro de la UER, mandó canciones tanto en serbocroata como en esloveno al Festival de Eurovisión. El macedonio nunca se escuchó, ya que ninguna de las canciones interpretadas en dicho idioma logró ganar la preselección nacional de nombre "Jugovizija" para el conocido festival. Quizás las canciones en macedonio no tenían demasiada aceptación entre el público yugoslavo en general, puesto que los artistas provenientes de Macedonia solían versionar sus temas en serbocroata para el resto del país.
Como ya se habrá podido intuir, el serbocroata hacía las veces de koiné en las relaciones interétnicas. De hecho, era el idioma habitual en el parlamento federal situado en Belgrado, y el único utilizado en las maniobras del ejército. Aún y así, actualmente tal denominación (serbocroata) ha caído en desuso, excepto en lingüística y entre aquellos propensos a la yugonostalgía, ya que, a raíz sobre todo de la desintegración del estado federal, hoy en día son muchos los que ponen en tela de juicio la existencia de un idioma común entre serbios, croatas, bosnios y montenegrinos. Dichas afirmaciones, sin embargo, distan de ser válidas lingüísticamente hablando y se basan más bien en justificaciones de índole ideológica y política. Divide et impera, dice el proverbio...
¡Muy interesante! Cuando estuve en Serbia me contaron una anécdota muy divertida. Se ve que tras la independencia de Montenegro, la primera carta que le envió el Primer Ministro montenegrino a su homólogo Serbio fue redactada en inglés. Son muy curiosos los paralelismos entre Yugoslavia y España
ResponderEliminarMe ha gustado mucho :) Interesante , siempre me ha picado la curiosidad saber sobre estos países.
ResponderEliminarInteresante artículo!! Muy interesante para esas personas que buscan sus raíces, me incluyo. Mi abuelo era yugoslavo, más preciso de Montenegro.
ResponderEliminarMuchas gracias. Si te interesa saber más sobre el tema, hace unos meses publiqué otro artículo sobre la fragmentación del serbocroata en la actualidad http://www.divagacionesbabelicas.eu/2014/07/el-serbocroata-cuatro-idiomas-en-uno.html
EliminarPor cierto, hace un par de años tuve la oportunidad de estar en la tierra de tu abuelo, Montenegro, y me pareció precioso. Un saludo desde España
Muy interesante, ¡gracias!He enlazado tu post en mi blog :-). Yo soy bailarina Oriental y balcánica e investigo sobre todos estos países oara profndizar en el conocimiento antropológico. espero que no te importe! Un abazo!
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