Limpia, fija y da esplendor. Ese es el lema de la Real Academia Española (RAE). Se presupone que el objeto directo de los dos primeros verbos y el indirecto del tercero es siempre el mismo: la lengua española (según sus estatutos) y/o castellana (según la sacrosanta Constitución). En cualquier caso, si de algo no se puede acusar a dicha institución es de no haber estado en sus casi tres siglos de historia en la cresta de la ola. Ya sea por un motivo u otro, la RAE siempre ha dado de qué hablar. En los últimos días la Academia ha saltado de nuevo a la palestra de la mano de la nueva reforma ortográfica del castellano- consensuada, recordémoslo, con el resto de academias del continente americano y de Filipinas. La susodicha reforma no se encuentra exenta de polémica y ha levantado ampollas tanto en medios de comunicación como en foros de internet de un lado y otro del charco. Sea como fuere, aquellos que utilizamos y gustamos de cuidar el idioma deberemos a partir de ahora aprender nuevas normas, o mejor dicho, olvidarnos de algunas de ellas que, reforma mediante, han pasado a mejor vida. Si de pequeños en la escuela primaria nos juraron y perjuraron que había que distinguir entre “solo” adjetivo y “sólo” adverbio tildando a éste último (lo que en el mundo de la ortografía se conoce como acentuación diacrítica), y si luego nos remarcaron en secundaria que la tilde era opcional y que se podía omitir si así se deseaba, ahora los vetustos académicos han parecido, valga la redundancia, cambiar de parecer y han dejado a un lado las medias tintas y las ambivalencias. “Solo” no se acentúa; la ardua tarea de la distinción corre única y exclusivamente a cargo del contexto. Lo mismo vale para los pronombres demostrativos (cuya acentuación era hasta ahora igualmente opcional), así que se acabó tildar (y remarcar) “éste” o “aquél”, para escribir simple y llanamente "este" o "aquel". Finalizaron de una vez por todas las disyuntivas para la RAE, será por eso que con la nueva reforma la "o" disyuntiva entre cifras tampoco se acentuará ya.
Sede de la RAE (Madrid) |
A todo esto, servidor no puede cuando menos derramar alguna que otra lágrima figurada, pues es de la opinión de que tildar estas palabras confería a la ortografía castellana cierto estilo y clase, al igual que los circunflejos y los umlauts brindan peculiaridad al francés y al alemán, respectivamente. Asimismo, y si de deshacer lo andado se trata en lo que a tildes se refiere, vocablos tales como "guión" o "truhán" pasarán a ser a todos los efectos monosilábicos y, por lo tanto, no se deberán acentuar. Ver para creer.
Sin embargo, el aspecto que más porfía está ocasionando es el relacionado con la onomástica de las letras del abecedario (por no hablar de la previsible y ya definitiva jubilación de la elle y la che). Si hasta ahora en la Península la i griega lo era tanto como la Reina Sofía, en adelante pasará a ser una apátrida más del alfabeto para llamarse simplemente ye, tal y como se la denomina en las Américas. No obstante, y como contrapartida, nuestros hermanos americanos deberán referirse a la uve como tal, y olvidarse de otras formas añejas como ve, ve baja, ve corta o ve pequeña. Donde las dan las toman.
Hispanoesfera |
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