El gobierno autonómico de Aragón, presidido, cómo no, por el Partido Popular, acaba de presentar recientemente el borrador de la nueva ley de lenguas que ha de regir en aquella comunidad autónoma, levantando, cómo no, una airada polémica entre sectores de vario signo político y, lo que para servidor es más grave, contradiciendo y obviando cualquier convención anteriormente alcanzada por la filología internacional.
La polémica radica, cómo no, una vez más en la onomástica de la lengua catalana/ valenciana/ balear/ algueresa, a la cual, por obra y gracia del gobierno aragonés de turno, se le sumará ahora la denominación de "aragonés oriental". Todo con el fin, eso sí, de proteger las distintas lenguas y hablas de Aragón, afirman los encargados de redactar la ley, que, entre otras incongruencias, no contempla, a diferencia de la anterior ley de 2009, que los idiomas minoritarios de la comunidad puedan ser también vehiculares en el ámbito administrativo o educativo. Y es que el cinismo no conoce límites en la política de nuestro país... El PP, que durante los últimos años ha hecho suya la causa de la unidad nacional española (desde un punto de vista centralista, castellanista y, todo sea dicho, asaz separador), vuelve a demostrar sin ningún tipo de reparo ni pudor que entre ciertos sectores del partido todo lo que suene a catalán provoca, cuando menos, urticaria figurada. Prueba de ello es la denominación propuesta de "LAPAO" (Lengua Aragonesa Propia del Área Oriental) para la variedad catalana que se habla en lo que popularmente se conoce como la Franja. Como viene siendo habitual, estos mismos sectores enarbolan en un acto más de sorna ideológica la bandera de la defensa (paradójicamente siempre en castellano) de las variedades y particularidades lingüísticas regionales ante las ansias expansionistas de los viles pancatalanistas, dando lugar a una batalla dialéctica en la que ambos bandos se retroalimentan tristemente a la perfección.
Más allá del debate polítco iniciado entre la caverna mesetaria y el nacionalismo (pan)catalanista, el calificativo de "LAPAO" para la lengua catalana supone un insulto y una falta de respeto a la filología, y produce en servidor un irrefrenable sentimiento de vergüenza ajena por aquellas personas que pretenden promulgar semejante ley sin amago de sonrojo. Mientras tanto, el catalán en Aragón, aunque con cierta vitalidad, se encuentra casi proscrito en la administración y su presencia en el sistema educativo es meramente testimonial. Ni que decir tiene que la situación de la lengua aragonesa (la de verdad) es mucho más precaria, y a día de hoy su uso se reduce a ciertos valles del Pirineo oscense. Todo ello con el beneplácito de María Fernanda Rudi y sus secuaces. Cómo no...
¡Por la oficialidad del aragonés y el catalán en Aragón! |
una vergonya tot plegat
ResponderEliminarUNA VERGUENZA !!!!
Y la consejera de educación es de Ripoll /Girona) y hablante de catalán jajajajaja