Espanyols? I tant, ho som més que els castellans!
Joan Maragall
Mucho se ha hablado desde la multitudinaria manifestación en pro de la independencia de Cataluña que tuvo lugar el pasado 11 de septiembre en Barcelona sobre una hipotética emancipación de dicha comunidad autónoma/nación/región o como tenga a bien llamarle el lector, y las consecuencias que ello tendría a ambos lados de la nueva frontera. El resultado de las elecciones anticipadas del pasado 25 de noviembre no ha hecho sino avivar aun más la llama en torno al debate. Si Cataluña se independizara de España, ¿seguiría dentro de la Unión Europea?, ¿podría permanecer en la eurozona?, ¿cómo afectaría a las empresas radicadas en territorio catalán?. Sin embargo, más allá de las cábalas de índole política y económica, son muchos los que se cuestionan sobre la situación sociolingüistica que comportaría la secesión catalana, en especial, lo que supondría ésta para la oficialidad (o no) del castellano junto al catalán, así como para la convivencia entre ambas lenguas, a la que habría que sumar también el aranés -el gran olvidado en todo este asunto-.
Según los últimos estudios realizados por la Fundació Audiències de la Cultura i la Comunicació (FUNDACC) en colaboración con el Institut d'Estudis Catalans (IEC), en 2010 el catalán era la lengua materna del 39,4% de la población catalana, mientras que el castellano lo era para el 55,1% de los catalanes; el 5,2% restante tenía como idioma materno otra lengua distinta a las otras dos ya mencionadas. Ante tal situación de bilingüismo social, los hay quienes se preguntan qué supondría la independencia de Cataluña desde un punto de vista lingüístico. Lo sucedido en los últimos meses podría darnos una pista...
Tanto durante la precampaña como en plena campaña electoral, dos los partidos que más ferviertemente apuestan por la autodeterminación, Convergència i Unió (CIU) y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), han declarado que, de alcanzarse la independencia, el castellano seguiría siendo idioma oficial. Aseveraciones tales han sorprendido a propios y extraños, tanto de un lado como del otro del espectro ideológico, dada la tradicional actitud de dichos partidos hacia la lengua castellana de ambigua indiferencia, cuando no, en muchos casos, de explicito desprecio. Basta ver la polémica desatada en 2007 cuando la cultura catalana fue la invitada a la Feria del Libro de Fráncfort, a la que, por decisión de la Consejería de Cultura (en manos, por entonces, de ERC), no acudió ni un solo escritor catalán en lengua castellana. Paradójicamente, en relación a la hipotética oficialidad del castellano en una Cataluña independiente, así de claro se mostraba Oriol Junqueras, líder de ERC, en un artículo titulado "El castellano y la República" aparecido en El Periódico de Catalunya el pasado 8 de octubre de 2012:
"(...) a propósito de lenguas, dejémoslo claro de entrada, en la Catalunya independiente el catalán será la lengua propia y oficial del país, la lengua común de todos. Pero el castellano también será lengua oficial en la República catalana. Evidentemente, por si alguien tenía alguna duda."
Muchos se temen, sin embargo, que tras estas declaraciones no haya más que intereses partidistas cuya finalidad no es otra que la de granjear apoyos en el denominado cinturón rojo de Barcelona, donde el castellano es la lengua habitual y el movimiento independentista ha sido históricamente algo anecdótico. En un supuesto plebiscito de autodeterminación los votos de dicha zona -la más densamente poblada de Cataluña- serían cruciales para decantar la balanza hacia un lado u otro, y eso es algo que todos los partidos políticos saben. La parodia realizada por el programa de humor satírico de TV3 Polònia ilustra, rozando obviamente lo absurdo y la exageración, la guerra de dimes y diretes que los partidos secesionistas andan librando durante los últimos meses en torno a la cuestión del castellano y su status en caso de independencia.
En este aspecto, partidos políticos como Solidaritat per la Independència (SI) y la Candidatura d'Unitat Popular (CUP), así como asociaciones catalanistas como la Assemblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural han mostrado su total rechazo a una posible oficialización del castellano en una Cataluña independiente. Y es que muchos ven en la independencia la panacea a todos los males que acechan al catalán como lengua minoritaria y, también a lo largo de la historia, minorizada. Lo cierto es que, de haber independencia, el catalán podría ser lengua oficial de las instituciones europeas en caso de producirse un no por ahora tan claro ingreso de Cataluña en la Unión Europea. Sería éste, salvando las distancias, un camino similar al del eslovaco y el esloveno, que de pasar a ser idiomas, excuse my saying so, "segundones" en las desaparecidas Checoslovaquia y Yugoslavia, respectivamente, ahora gozan de plena oficialidad en Europa en calidad de lenguas oficiales de Eslovaquia y Eslovenia, cuya independencia tuvo lugar durante la década de los noventa. Sin embargo, hay voces que disienten y opinan que la secesión de Cataluña no supondría la normalización plena del catalán en su terriotorio, ans al contrari. Albert Branchadell, lingüista profesor de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad Autónoma de Barcelona, ya se manifestaba en 2001 en este sentido en un artículo del diario ABC en el que afirmaba que creer que la normalización del catalán está garantizada con la independencia "es empíricamente falso ya que tenemos ejemplos de comunidades lingüísticas como Irlanda que se han independizado y no han normalizado la lengua y comunidades como Flandes que, sin ser independientes, han normalizado su lengua". Asimismo, Branchadell apuntaba que, en caso de independizarse, Cataluña aspiraría a entrar en las instituciones europeas y ratificaría todos los tratados internacionales de Derechos Humanos y contra la discriminación de las minorías lingüísticas. De esta manera, "el castellano no perdería su condición de lengua oficial y la población hispanófona tendría derecho a exigir una red educativa propia, lo que pondría en peligro el bilingüismo de la juventud", así como la inmersión lingüística en catalán en las escuelas para todos los alumnos. Dicha situación se da, por ejemplo, en Finlandia, donde la minoría sueca dispone de un sistema educativo propio que incluye educación primaria, secundaria e incluso universitaria. Los hay, sin embargo, que rebaten estas hipótesis poniendo como ejemplo el caso de Israel, que tras tras declararse independiente en 1948 consiguió mediante políticas de estado cohesionadoras hacer del hebreo, otrora un idioma prácticamente muerto, la lengua materna de la mayoría de la multicutural población israelí. Con respecto a este caso, el periodista Joan Tudela dice que "si existe una voluntad colectiva de normalización lingüística muy clara y fuerte, el éxito está asegurado. De entrada, la recuperación del hebreo era más difícil, digamos que más utópica que la del catalán, y el hebreo lo ha logrado".
Por otra parte, habría que cuestionarse cómo afectaría la independencia a las actividades económicas relacionadas en mayor o menor medida con el idioma, ya sea éste el catalán o el castellano. El mismo día de la histórica manifestación soberanista que recorrió las calles de Barcelona, Revista Òmnium publicaba un artículo de nombre "L'endemà. Quan siguem independents, quins mitjans voldrem?" (El día siguiente. Cuando seamos independientes, qué medios querremos), en el que, a modo de mesa redonda, varios expertos de los medios de la comunicación del ámbito catalán (Mònica Terribas, Jaume Roures, Miquel Calçada y Jordi Basté) discuten sobre cómo deberían ser los medios de comunicación de una hipotética Cataluña independiente. Sobre dicho planteamiento Miquel Calçada, aka Mikimoto, opina que "toda la gente que está operando actualmente lo debe poder continuar haciendo, siempre que se ajuste a una determinada normativa, que es con la que nos tenemos que poner de acuerdo. Y si se decide que el catalán es la única lengua oficial, pues tú en la normativa puedes poner eso. Para entendernos, Antena 3 podrá seguir emitiendo como quiera, desde donde quiera y en el idioma que quiera, pero para emitir desde aquí para el territorio catalán tendrá que adaptarse a la normativa". En términos similares parece referirse la exdirectora de Televisió de Catalunya, Mònica Terribas al asegurar que si bien las emisoras pueden emitir en el idioma que quieran, hay mecanismos más allá de la voluntad de estos canales para respetar las cuotas lingüísticas que se quieran establecer: "Actualmente el gobierno catalán está pagando el 100% de lo que cuesta a los operadores privados españoles emitir en Cataluña. De la misma manera en que ahora les estás pagando esta infraestructura, esto es reversible". Es decir, según palabras textuales del artículo de la Revista Òmnium, un arma de negociación con los operadores españoles para que cumplan los requisitos lingüísticos puede ser la financiación de lo que les cuesta actualmente emitir su señal en Cataluña: más catalán en la tele, menos impuestos.
Hablar del futuro del sector audiovisual en Cataluña no es cuestión baladí, dado que gran parte de la producción española se desarrolla en territorio catalán. ¿Qué sucedería con los estudios de TVE en Sant Cugat del Vallès? . Asimismo, ¿supondría un duro revés la independencia para productoras catalanas como Gestmusic, La Fábrica de la tele, Lavinia o Diagonal TV cuyos programas y series son en su gran mayoría para el público general español y, por ende, en castellano? Mención aparte merece también la potente industria cinematográfica catalana cuyos filmes son, como viene siendo la tónica habitual, mayoritariamente en castellano. Cualquier respuesta, en un sentido u otro, es hoy por hoy mera suposición.
En lo que a la prensa escrita respecta, cabría considerar también en qué situación quedarían, de producirse la independencia de Cataluña, diarios catalanes de ámbito estatal como La Vanguardia (uno de los diarios más antiguos de España y el tercero más leído a nivel estatal) o El Periódico de Catalunya (el cuarto más leído), al ver reducido su público potencial.
Sea como fuere, desde un punto de vista político y lingüístico, el sector que anda más convulsionado a raíz de la eclosión independentista es, sin ningún atisbo de duda, el editorial, sector del cual Cataluña en general, y Barcelona en particular, ostenta históricamente el trono dentro del conjunto español. Prueba de ello es que de los 2.800 millones de euros que factura el sector en España al año, cerca de 1.200 millones (un 40% de total) lo generan las editoriales afincadas en Barcelona, cuyo catálogo es mayoritariamente en castellano. Por ello, no sería exagerado afirmar que Barcelona es hoy por hoy la capital editorial del mundo hispano, y cuna, entre otros, de movimientos literarios como el boom latinoamericano que, de la mano de la nunca suficientemente reivindicada Carmen Balcells, hizo de la Ciudad Condal uno de los epicentros del mundo literario durante los años 60 y 70. Gracias a ello, Barcelona es sede de importantes editoriales como Tusquets, Seix Barral, Edhasa o Planeta. Ha sido precisamente el presidente del grupo Planeta (sexta editorial del mundo y la primera de habla hispana), José Manuel Lara, el primer gran empresario catalán en cuestionar la aventura secesionista del presidente de la Generalitat, Artur Mas, al afirmar en septiembre de 2012 que, en caso de producirse la independencia de Cataluña, se vería en la obligación de trasladar la sede de su editorial.
"No hay ningún negocio editorial que tenga su sede en un país extranjero que hable otro idioma. Es absurdo. La sede se tendría que ir a Zaragoza, Madrid o Cuenca".
En contraposición, Isabel Martí, editora de La Campana, declaró un día después a El País:
"Una Cataluña independiente no quiere decir acabar con el castellano, que es tan lengua de Cataluña como el catalán. Ese argumento (en referencia al planteamiento de Lara) no sería excusa. ¿Lara está empadronado en Colombia o Argentina o Francia o en todas partes donde venden sus libros?".
La tónica general del mundo editorial catalán es la de mostrarse cauto a la espera de los acontecimientos y, en caso de que la escalada soberanista fuera a más, ver cómo repercutiría en el mismo la fiscalidad del nuevo estado, así como los aranceles que se impondrían a las exportaciones catalanas, amén de la ya mencionada oficialidad o no del castellano. Pase lo que pase, y a tenor de la agenda política del nuevo gobierno convergente, todo parece indicar que las respuestas a todas estas preguntas e incógnitas no empezarán a desvelarse hasta 2014. A esperar toca.
Escolta, Espanya, la veu d'un fill
que et parla en llengua no castellana.
Parlo en la llengua que m'ha donat
la terra aspra.
En aquesta llengua pocs t'han parlat,
en l'altra, massa.
On ets, Espanya? No et veig enlloc.
No sents la meva veu atronadora?
No entens aquesta llengua que et parla entre perills?
Has desaprès d'entendre en els teus fills?
Adéu, Espanya!
Oda a Espanya, Joan Maragall, 1898
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la independència només és una qüestió de sobirania. el problema és que tant els defensors com els detractors ho volen barrejar amb qüestions d'identitat i llengua.
ResponderEliminarestic segur que el primer parlament de l'Estat Català no farà CAP llei en contra del castellà, sino tot el contrari. el castellà és tan propi dels catalans com per molts catalans ho és el català...
gerard
Si tenim en compte l'actitut actual d'alguns defensors de la independència envers el castellà, ho dubto molt que sigui oficial...
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