"My soul is in Trieste..." James Joyce, 1909 Cuando llegué a Trieste por primera vez hace siete años, poco o nada conocía de la ciudad en la que iba a pasar un año de Erasmus. Lo cierto es que la ciudad se presenta al foráneo como gris y anodina, un lugar de paso a medio camino entre Italia y Eslovenia. La bora , un fuerte viento que sopla en la zona, la hace, si cabe, aún más hostil. Sin embargo, la ciudad atesora un pasado glorioso como lugar de encuentro y de eclosión cultural e intelectual que hoy día muchos desconocen. En efecto, Trieste (Triest en alemán, Trst en esloveno) fue una de las ciudades más importantes del ya extinto imperio austro-húngaro, así como su principal puerto, del cual, por cierto, partirían años más tarde miles de inmigrantes italianos y centroeuropeos hacia las Américas en busca de un futuro mejor que la decadente Europa de entonces no podía proporcionarles.
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