Poco o nada podía imaginar Antoine de Saint-Exupery cuando publicó por primera vez "Le Petit Prince" en 1943 que su relato iba a convertirse en uno de los clásicos de la literatura universal contemporánea. Prueba de ello es que a día de hoy ha sido traducido a más de 250 idiomas y dialectos de los cinco continentes, siendo seguramente una de las pocas obras en conseguir tal proeza (con permiso de la Biblia). La primera vez que leí este libro, lo hice en catalán -"El Petit Príncep"-, y he de reconocer que por entonces el relato no fue de mi agrado, más que nada porque mi corta edad me impedía entender muchos detalles de aquella historia que a mí se me antojó como demasiado oscura para tratarse de un cuento para niños. Luego, con el paso de los años, volví a dar otra oportunidad a la obra de Saint-Exupery, esta vez en castellano, "El Principito". Fue en ese preciso instante cuando todo un sinfín de nuevos matices y de mensajes hasta entonces cifrados se
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