Estatua en homenaje a la emigración menorquina a Florida |
Fuerte San Marcos de San Agustín, donde aun hoy en día ondea la bandera imperial española |
Lo curioso es que gracias a estos menorquines, la lengua catalana echó raíces en San Agustín (conocida actualmente como Saint Agustine). No es para nada un asunto baladí ya que según el máximo experto en la materia, Philip D. Rasico, la colonia menorquina de Florida no solamente es la colonia de habla catalana más antigua, numerosa y estable de América del Norte, sino también la única comunidad de este tipo que ha conservado hasta la actualidad rasgos lingüísticos y culturales de su esencia catalana. La vida del catalán de San Agustín, conocido allí como "Mahonese", no fue precisamente efímera: en 1856 el periodista canadiense Henri Courey de Laroche-Héron aún podía entrevistar a una señora menorquino-floridana, de nombre Martina Jerònima Paula Hernández, que no hablaba más que menorquín, a pesar de haber pasado ya 34 años desde el inicio del dominio estadounidense en el lugar. Sin duda alguna, el testimonio más famoso del catalán de Florida es el del escritor William C. Byrant, que visitó San Agustín en abril de 1843. Sus escritos nos recuerdan la vitalidad del catalán en la ciudad, su convivencia con el castellano, pero también el decaimiento de ambas lenguas en favor del inglés, lo que auguraba su cercana desaparición:
La lengua menorquina (el dialecto de Mahón, el mahonés, tal y como lo llaman) es hablado por más de la mitad de los habitantes que se quedaron aquí cuando el país fue cedido a Estados Unidos, y creo que todos ellos también hablan castellano. Sin embargo, sus hijos crecen sin utilizar estas lenguas, y dentro de una generación los últimos vestigios de la noble habla de Castilla habrán desaparecido de un país que los españoles dominaron durante más de doscientos años.
Una de las cosas que hizo Byrant en San Agustín fue pedir a un nativo del lugar que le transcribiera la "Cançó de les Formatjades" (Fromajadis, dice él), que los menorquines cantaban la noche del Sábado Santo), para incluirla en su libro de 1851 "Letters of a Traveler, or Notes of Things seen in Europe and America". Según Rasico, la "Cançó de las Formatjades" es con toda probabilidad el primer texto que se haya imprimido en catalán en América del Norte. Hoy en día en San Agustín la canción ya no se canta, pero los fromajardis, empanadas rellenas de queso, aun se comen, al igual que en Menorca: "cada cosa a son temps: d'estiu xigales, de maig cireres i per Pasco formatjades".
Veinticinco años después de la visita de Byrant, en 1868, un cronista anónimo de la revista Lippincott's Magazine coincidía con el escritor romántico en lo que a malos augurios se refiere:
Los miembros más ancianos de la población hablan castellano y el dialecto menorquín, pero los más jóvenes únicamente se valen del inglés entre ellos; y a pesar de que entienden a la perfección la lengua de los mayores, poco a poco están dejando de usarla. Ello y la aversión a autodenominarse únicamente floridanos tienden a eliminar en gran medida las características propias de estas gentes, las cuales se habrán perdido por completo dentro de dos o tres generaciones.
Desafortunadamente, parece que tanto Byrant como el misterioso cronista tenían razón: en 1983, en una entrevista que Philip Rasico le hizo a Xavier L. Pellicer, aquel ilustre miembro de la comunidad menorquina de Florida que fue el artífice de la estatua que hoy día se puede ver en el Monte Toro, Pellicer explicaba que, habiendo nacido en 1900, nunca había oído a nadie hablar mahonés en San Agustín. Pese a ello, actualmente perduran en la zona apellidos como Seguí, Benet, Pellicer o Usina (derivación de Alsina) que dan fe de la presencia menorquina por aquellos lares. Además, cada año, el segundo sábado de marzo, se celebra una fiesta con trajes tradicionales de más que evidente influencia balear, en un intento por rememorar y homenajear los orígenes de la ciudad.
Fiesta menorquina de San Agustín, Florida |
POR ALGUNA RAZON LA GENTE SE HAN MARCHADO DE SU QUERIDA ISLA QUE YO TODAVIA LLORO DE HABER MARCHADO HACE 35 AÑOS PORQUE MI MARIDO ES DE CARTAGENA DONDE NO ESTOY FELIZ. Y SEGURO QUE HUBO GENTE AHI QUE TAMPOCO ESTABAN FELIZ PERO NO PODIAN VOLVER A MENORCA LA ISLA BLANCA Y SU MAR TURQUESA. PERO ES PRECIOSO QUE CADA AÑO EN MARZO CELEBRAN UNA FIESTA. QUIZAS NADIE HA VISTO EN SU VIDA LA ISLA. ANIMO MENORQUINES.
ResponderEliminarHola, Maria. Yo estoy enamorado de tu isla. Sus calas, sus paisajes, sus ciudades, la gente... He estado un montón de veces, aunque hace un par de años que no voy. No obstante, estoy seguro de que más pronto que tarde volveré. Un saludo desde Barcelona.
EliminarGracias por tus articulos Toni!!!
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
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