
Desde el pasado 10 de junio, el Museo de las Culturas del Mundo de Barcelona acoge una exposición temporal cuyo nombre es "Ikunde. Barcelona, metrópoli colonial" y que gira en torno al papel central que la burguesía, la sociedad y las instituciones barcelonesas tuvieron a lo largo de los siglos XIX y XX en la colonización española de la actual Guinea Ecuatorial. El principal objetivo de la exposición es el de rescatar del olvido y revisar desde un punto de vista crítico y actual un periodo de la historia catalana reciente que a menudo se ha querido obviar, cuando no ver como algo ajeno, más bien propio de otras latitudes ibéricas. La muestra toma como excusa la creación en 1959 del Centro de Experimentación y Adaptación de Ikunde en la ciudad de Bata por parte del Ayuntamiento de Barcelona para mostrar la presencia catalana en los territorios de Fernando Poo (actual Bioko) y Río Muni. Copito de Nieve, el famoso gorila albino del Zoo de Barcelona que fue (y es) todo un icono de la Ciudad Condal, ocupa una parte importante de la exposición, ya que gracias a él se nos introduce en el contexto del centro de Ikunde y del papel que dicha institución ejerció como proveedor de especies exóticas a zoos occidentales, entre ellas, el propio Copito de Nieve (o Nfumu Ngui en su nombre indígena), que llegó a Ikunde de la mano del primatólogo catalán Jordi Sabater Pi.
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Moreneta fang venerada por los indígenas
del Río Muni |
La impronta catalana en el lugar, sin embargo, se remonta a mucho antes de la creación del Centro de Ikunde. Prueba de ello es la llegada en 1883 a la isla de Fernando Poo de los misioneros claretianos (la mayoría de ellos procentes de la zona del Bages), con la intención de evangelizar a los nativos del lugar. Dicha orden trasladó algunas liturgias propias, como la veneración de la Moreneta, a las cuales se sumaron muchos lugareños, tal y como recoge la exposición, junto a otros documentos y tratados de clara estampa colonial y, por qué no decirlo, tambien racista (como el libro "Capacidad Mental del Negro). En cualquier caso, la principal motivación para colonizar el territorio no fue evangelizadora, sino puramente económica. Al poco de hacerse efectiva y constante la presencia española durante la segunda mitad del siglo XIX, la isla de Fernando Poo se convirtió en el centro neurálgico de las primeras casas comerciales y explotaciones agrícolas por parte principalmente de compañías catalanas, como Rius y Torres o Buxeres Hermanos y Font. El principal producto de comercio de estas empresas fue el cacao. Sin embargo, el sistema arancelario vigente en aquel momento perjudicaba seriamente a la salida del producto al mercado español. El problema residía en el hecho de que el cacao procedente de Guinea no era considerado un producto nacional, motivo por el cual debía de pagar impuestos al llegar a los puertos españoles, principalmente el de Barcelona. Este freno al comercio colonial se corrigió en 1891, pero después de la pérdida de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y demás posesiones españolas en el océano Pacífico, el Gobierno español retomó la fiscalidad al cacao guineano. Con estos impuestos, el Gobierno pretendía sufragar los ingentes gastos que generaba Fernando Poo como territorio colonial a las arcas públicas españolas, que se hallaban mermadas tras el Desastre de 1898.
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Libro expuesto en la exposición Ikunde |
El problema de la fiscalidad del cacao en el mercado español, junto a la falta de infraestructuras y la escasez de mano de obra, fueron las principales causas de la creación en 1906 de la Cámara Agrícola de Fernado Poo, la cual, si bien se fundó en Santa Isabel (actual Malabo), fue en Barcelona desde donde ejerció como la principal defensora de intereses de los productores catalanes en la Guinea Española. A esta asociación le seguirían otras tantas las décadas siguientes, como el Consorcio de Receptores, la Unión de Agricultores de la Guinea Española o la Casa de la Guinea Española, las cuales, ya fuera en connivencia con Primo de Rivera, los distintos gobiernos republicanos o Franco, perpetuarían en mayor o menos medida hasta 1968, año de la independencia de Guinea Ecuatorial, lo que muchos ahora tildan de un auténtico lobby barcelonés en la colonia africana. Tras la independencia de Guinea en 1968, a la cual los empresarios y sectores influyentes catalanes se habían opuesto con rotundidad al ver peligrar sus intereses, vino por parte de la sociedad catalana (y española, en general) el olvido e incluso la negación de cualquier vínculo con la antigua colonia, y menos aun en los términos que muestra la exposición del Museo de Culturas del Mundo de Barcelona. Fruto de esta desidia, casí cinco décadas después, pocos en España saben de la existencia de un país llamado Guinea Ecuatorial, y mucho menos que productos tan cotidianos
hoy en día como Cola Cao o Nocilla (comercializados por la catalana Nutrexpa) tienen un origen claramente guineano.
"Ikunde. Barcelona, metrópoli colonial" pretende arrojar un poco de luz en un capítulo tan desconocido de la ciudad y, gracias a los documentos, objetos, imágenes y explicaciones que conforman la muestra, el visitante podrá darse cuenta, tal y como indica el comisario de la misma, Alberto López Bargados, de que la participación catalana en la experiencia colonial no vino forzada por las circunstancias, sino que, por el contrario, tanto la consolidación como la conformación de la colonia guineana eran dirigidas y auspiciadas en gran medida por el papel emprendedor de las élites burguesas barcelonesas.
La gloria de la iniciativa en las gestiones
para establecer corrientes de comercio
entre la Guinea española y la Península
corresponde a Barcelona.
Ricardo Beltrán y Rózpide, 1915
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Mapa del Río Muni expuesto en la muestra
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