El capuchino Joan Canyes Santacana, conocido internacionalmente con el nombre de religión, fray Marcelino de Castellví, nació en la población de Castellví de la Marca (Barcelona) el 11 de septiembre de 1908. Una vez finalizados los estudios primarios, que cursó en el colegio de San Ramón de Vilafranca del Penedés, ingresó en 1918 en la escuela seráfica de los framenores capuchinos de Igualada, donde cursó las clases de humanidades hasta 1924, año en que se incorporó al noviciado de los capuchinos establecidos en Manresa. Concluido el periodo de probación, y tras haber profesado la Regla de San Francisco el 14 de julio de 1925, Joan Canyes comenzó los estudios de filosofía en el convento de Olot, y, seguidamente, los de teología en el convento de Sarrià (Barcelona). Finalmente completó y perfeccionó los estudios eclesiásticos en la Universidad Gregoriana de Roma entre los años 1928 y 1930, donde obtuvo la licenciatura en teología. En 1931 fue destinado a la zona montañosa de la misión del Caquetá (Colombia), en el valle de Sibundoy. Fue allí donde Marcelino de Castellví recibió la ordenación sacerdotal de manos del vicario apostólico, el capuchino fray Gaspar Monconill de Pinell, el día de nochevieja de 1932.
Marcelino de Castellví |
Al crear el CILEAC, Marcelino de Castellví recogía la valuosa herencia de la tarea etnográfica iniciada por los primeros misioneros capuchinos en la Amazonia liderados por Fidel de Montclar. El CILEAC consiguió desarrollar un amplio programa con la finalidad de alcanzar un conocimiento íntegro de la Amazonia, a través de los estudios etnográficos, folclóricos, históricos y, sobre todo, lingüísticos.
Biblioteca del CILEAC |
La muerte prematura de Marcelino de Castellví, acaecida en Bogotá el 25 de junio de 1951, a causa de una fuerte encefalitis con tan sólo 42 años de edad, truncó su prometedora carrera científica. Poco después, el CSIC editaría de manera póstuma una recolección de los principales estudios lingüísticos llevados a cabo por el religioso. Asimismo, el gobierno colombiano se comprometería a mantener y proseguir la obra cultural del sabio capuchino barcelonés a través de la protección institucional del CILEAC, al que asignó una partida presupuestaria anual de 36.000 dolares americanos de la época. Desafortunadamente, al final todo quedó en buenas intenciones ya que a partir de entonces empezaría la larga agonía de la institución, que se prolongaría hasta la década de los años 70 del pasado siglo, momento en el que el centro, ya con sede en Bogotá, cesó totalmente todas sus actividades de investigación y publicación.
BIBLIOGRAFÍA:
- Museo de culturas del mundo de Barcelona (2018): Catazònia, els caputxins catalans a l'Amazònia, Ajuntament de Barcelona, Barcelona.
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